Actualmente el cáncer de hígado es el tercero más mortal de cualquier tipo de carcinoma a nivel mundial, y entre sus principales causas se encuentra el exceso en el consumo de alcohol, de alimentos procesados y la escasez de ingesta de alimentos de origen vegetal.
De acuerdo con Johana Sirias, nutricionista y dietista, evitar el consumo de alcohol, de sal y el tener una alimentación lo más natural posible, son pasos que nos pueden ayudar a prevenir uno de los padecimientos más agresivos para el hígado y el cuerpo en general.
“El consumo de alcohol en exceso es uno de los principales factores de riesgo para contraer cirrosis y un eventual cáncer de hígado. Por otro lado, una mala alimentación, relacionado con no consumir vegetales nos afecta ya que nos quita antioxidantes y minerales”, puntualizó Johana Sirias.
El cáncer hepático es un tumor agresivo que la mayoría de las veces se origina sobre un hígado enfermo debido a una patología crónica y/o cirrosis. Entre los factores que contribuyen a la aparición de esta enfermedad, la dieta tiene un papel fundamental, y concretamente, las grasas son el principal componente relacionado con el incremento en la incidencia de la enfermedad cancerosa.
La dieta y la alimentación tienen un papel tan importante en la prevención y tratamiento contra el cáncer de hígado que regularmente, se observa en los pacientes cómo la terapia nutricional mejora su calidad de vida y la tolerancia a los tratamientos oncológicos, impactando directamente en su supervivencia.
¿Cómo podemos asegurar una buena alimentación?, la nutricionista Johana Sirias explica que si bien debido al cambio climático y a la escasez en la distribución de frutas, verduras y en general vegetales para la ingesta humana, parte de la prevención en contra del cáncer de hígado, debe de ser la procuración de una alimentación saludable y balanceada.
“Para reducirlo es necesario contar con una alimentación saludable, actividad física, bajo consumo de alcohol, bajo consumo de sal, no consumir alimentos procesados o con conservantes”, explicó Sirias.
Las carnes rojas
Las agencias mundiales de salud han focalizado la relación entre las carnes rojas y el cáncer. El National Institute of Health encontró asociación entre la ingesta de carnes rojas y un riesgo mayor de cáncer, con la aparición de 9 casos más por 100,000 personas por año.
Esta relación era inversa en el caso de las carnes blancas. De manera interesante, se observó una disminución del 16% en el riesgo de cáncer de hígado por cada 20 gramos por día de carne sustituida por pescado.
Las dietas ricas en carne roja también se relacionan con marcadores circulantes de inflamación y disfunción endotelial, lo que puede tener una influencia negativa en pacientes con cirrosis y cáncer de hígado.
“Se prefieren carnes blancas, pescado, salmón, pollo, todo tipo de carnes blancas de preferencia, toda carne roja puede ser consumida una o dos veces por semana y no en exceso. Lo ideal serían 3 onzas en un almuerzo. El huevo puede ser consumido todos los días, anteriormente decían que el consumo de huevo elevaba el colesterol, pero estudios recientes lo descartan”, detalló la nutricionista.
Sirias explicó que se deben evitar los embutidos, ya que contienen nitratos y nitritos que no son saludables.
La contaminación de los alimentos con aflatoxinas también debe de ser tomado en cuenta.
Las aflatoxinas son un grupo de toxinas producidas por los hongos Aspergillus flavus y Aspergillus parasiticus que se producen por el almacenamiento inadecuado de ciertos alimentos y constituyen un riesgo que juega un papel causal del 5% al 28% de todos los casos de CHC en todo el mundo, sin embargo en países como Guatemala, suele ser mayor el porcentaje de causalidad.
Las aflatoxinas se pueden encontrar en productos como el maíz, el trigo, el maní, el arroz, el sésamo, la semilla de girasol, la semilla de algodón y muchas especias; la presencia de aflatoxinas en estos alimentos puede deberse a la infección por aspergillus durante el crecimiento del cultivo o a un transporte o almacenamiento inadecuados donde están expuestos a condiciones cálidas y húmedas.
Consideraciones adicionales:
La obesidad, particularmente la abdominal, también confiere un mayor riesgo de desarrollar CHC según varios estudios epidemiológicos. Este riesgo parece estar relacionado con la producción de adipocinas (leptina, adiponectina y resistina) en el tejido adiposo.
La falta de condición física también se considera una complicación frecuente en pacientes con enfermedad hepática avanzada, por eso se recomienda, en combinación con un tratamiento nutricional, implementar una rutina de ejercicio físico según las características de cada paciente.
Mantener estilos de vida saludables es clave para la prevención del cáncer de hígado y el hepatocarcinoma, así como realizarse exámenes de laboratorio dos veces al año y aplicarse la vacuna contra la hepatitis, concluyó la doctora Johana Sirias.